Gisela López Rivas*
giselalopezrivas@yahoo.es
Cuándo no. Los medios de comunicación están haciendo escarnio –de la formas más irresponsable vista- de las imágenes en segundos que muestran un caso de agresión física y sicológica racista de un grupo de adolescentes contra su compañero de colegio, otro adolescente. Y repiten y vuelven a repetir las imágenes, sin el menor escrúpulo, en clara violación de los derechos a la intimidad que tienen tanto el agredido como los agresores que, por más agresores que sean, están protegidos por ley.Las autoridades defensoras de los derechos de la niñez y la adolescencia deben parar de forma inmediata la difusión sensacionalista con la que se está propagando esas imágenes a través, sobre todo, de la televisión. Están revictimizando al adolescente agredido y están condenando para siempre a los adolescentes agresores. No están aportando a la resolución del problema ni al debate del mismo. Están violentando derechos fundamentales de estos muchachos.Lo que ha sucedido en un colegio cruceño, de alumnos de familias económicamente pudientes, es lo que –seguramente- sucede en cualquier otro establecimiento educativo de Santa Cruz o de cualquier otro departamento y lo que sucede en el resto del mundo. De colegios y escuelas de pobres o de ricos. La violencia entre pares, entre ellos, es un drama que los padres y hasta los maestros ignoramos. Las diversidades de cultura, de color, étnica, física y hasta de conocimientos, son motivos para provocar discriminación, rechazo y golpes.Con la repetición indiscriminada de este video, donde se muestra y se vuelve a mostrar a este grupo de chicos golpeando e insultado a su compañero de colegio con expresiones racistas y la difusión del sitio de internet donde los muchachos propiciaban los insultos contra su víctima, pareciera que se convoca a la repetición del hecho. Sobre todo si estamos haciendo esta tarea en una sociedad que tiene altos índices de racismo, pero que no lo reconoce.Los niños y los adolescentes son el reflejo de lo que somos los adultos. Todo el tiempo nos están imitando. Imitan también nuestras expresiones de violencia. Niño, niña o adolescente violento/a es porque su entorno es también violento. La televisión, la gran compañera de la niñez y adolescencia en ausencia de los padres, transmite violencia no solo en sus películas y telenovelas. Se lo hace también a través de los noticieros.Es de doble moral que los medios de comunicación, en sus espacios periodísticos, difundan de forma censuradora este hecho específico de racismo en adolescentes.¿Por qué no censuraron también, con ese mismo ímpetu, el racismo explícito y duro del que fue víctima un grupo de campesinos chuquisaqueños en la plaza 25 de Mayo, en Sucre, el año 2009? ¿Por qué no censuraron cuando en Santa Cruz patearon, apalearon y ensangrentaron a mujeres de polleras y hombres de habarcas, campesinas y campesinos, que estaban protagonizando movilizaciones en 2008?Los medios de información no tienen moral para censurar lo que ha hecho este grupo de adolescentes contra su compañero, porque desde los espacios mediáticos se ha difundido hechos racistas casi destacándolos y aceptándolos tácitamente como correctos.Los niños y adolescentes, con estas expresiones de menosprecio racial, son el resultado de su entorno, familiar, vecinal, de la escuela, de las influencias de la televisión, de los juegos electrónicos de derraman sangre en los monitores, del internet, etc. Y, por más infractores de la ley que fueren, están protegidos legalmente y merecen ser tratados y considerados conforme está establecido en nuestra normativa nacional y todo el paraguas internacional existente.
*Directora de Defensa de Niñas y Niños Internacional (DNI) Santa Cruz
giselalopezrivas@yahoo.es
Cuándo no. Los medios de comunicación están haciendo escarnio –de la formas más irresponsable vista- de las imágenes en segundos que muestran un caso de agresión física y sicológica racista de un grupo de adolescentes contra su compañero de colegio, otro adolescente. Y repiten y vuelven a repetir las imágenes, sin el menor escrúpulo, en clara violación de los derechos a la intimidad que tienen tanto el agredido como los agresores que, por más agresores que sean, están protegidos por ley.Las autoridades defensoras de los derechos de la niñez y la adolescencia deben parar de forma inmediata la difusión sensacionalista con la que se está propagando esas imágenes a través, sobre todo, de la televisión. Están revictimizando al adolescente agredido y están condenando para siempre a los adolescentes agresores. No están aportando a la resolución del problema ni al debate del mismo. Están violentando derechos fundamentales de estos muchachos.Lo que ha sucedido en un colegio cruceño, de alumnos de familias económicamente pudientes, es lo que –seguramente- sucede en cualquier otro establecimiento educativo de Santa Cruz o de cualquier otro departamento y lo que sucede en el resto del mundo. De colegios y escuelas de pobres o de ricos. La violencia entre pares, entre ellos, es un drama que los padres y hasta los maestros ignoramos. Las diversidades de cultura, de color, étnica, física y hasta de conocimientos, son motivos para provocar discriminación, rechazo y golpes.Con la repetición indiscriminada de este video, donde se muestra y se vuelve a mostrar a este grupo de chicos golpeando e insultado a su compañero de colegio con expresiones racistas y la difusión del sitio de internet donde los muchachos propiciaban los insultos contra su víctima, pareciera que se convoca a la repetición del hecho. Sobre todo si estamos haciendo esta tarea en una sociedad que tiene altos índices de racismo, pero que no lo reconoce.Los niños y los adolescentes son el reflejo de lo que somos los adultos. Todo el tiempo nos están imitando. Imitan también nuestras expresiones de violencia. Niño, niña o adolescente violento/a es porque su entorno es también violento. La televisión, la gran compañera de la niñez y adolescencia en ausencia de los padres, transmite violencia no solo en sus películas y telenovelas. Se lo hace también a través de los noticieros.Es de doble moral que los medios de comunicación, en sus espacios periodísticos, difundan de forma censuradora este hecho específico de racismo en adolescentes.¿Por qué no censuraron también, con ese mismo ímpetu, el racismo explícito y duro del que fue víctima un grupo de campesinos chuquisaqueños en la plaza 25 de Mayo, en Sucre, el año 2009? ¿Por qué no censuraron cuando en Santa Cruz patearon, apalearon y ensangrentaron a mujeres de polleras y hombres de habarcas, campesinas y campesinos, que estaban protagonizando movilizaciones en 2008?Los medios de información no tienen moral para censurar lo que ha hecho este grupo de adolescentes contra su compañero, porque desde los espacios mediáticos se ha difundido hechos racistas casi destacándolos y aceptándolos tácitamente como correctos.Los niños y adolescentes, con estas expresiones de menosprecio racial, son el resultado de su entorno, familiar, vecinal, de la escuela, de las influencias de la televisión, de los juegos electrónicos de derraman sangre en los monitores, del internet, etc. Y, por más infractores de la ley que fueren, están protegidos legalmente y merecen ser tratados y considerados conforme está establecido en nuestra normativa nacional y todo el paraguas internacional existente.
*Directora de Defensa de Niñas y Niños Internacional (DNI) Santa Cruz
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